Suculentas

Las plantas suculentas están adaptadas a vivir en lugares con largos períodos de sequías que se ven interrumpidos por momentos de lluvias. En estas breves ocasiones de lluvia son aporvechadas para almacenar agua en tallos y hojas, creando un reservorio de agua que utilizarán en los largos meses de la época seca. Es por esto que sus hojas o tallos son "carnosos". En tiempos de sequías, las suculentas pueden perder hasta un 60% de su agua almacenada sin que se produzcan daños irreversibles.

En algunas regiones del mundo, como por ejemplo en las zonas montañosas de Sudamérica, resisten bajas temperaturas sin sufrir ningún tipo de daño, incluso ante intensas nevadas. Esto es posible porque la planta conoce con anticipación cuando llegará el momento frio y se marchita temporalmente liberando su reservorio de agua para evitar congelarse. Otro tipo de plantas suculentas elaboran estrategias de protección térmica para protegerse de la acción del hielo.

En las zonas en que el período otoñal se caracteriza por una alta humedad ambiente la planta podrá atravesar el período invernal de forma desprotegida y correrá el riesgo de putrefacción.


Su gran diversidad se debe a que pertenecen a distintas familias botánicas. Algunas alcanzan grandes dimensiones, otras son rastreras. Ciertas especies desarrollaron mecanismos para protegerse de las insolaciones, como por ejemplo verrugas. En líneas generales, las que habitan zonas “frías” tienen hojas verde azulado, mientras que las de zonas cálidas tienden al marrón rojizo. Hay especies que se caracterizan por tallos carnosos sin hojas, al contrario de otras cuyo tallos poseen hojas.
La mayoría de las plantas suculentas son originarias del continente africano, las Islas Canarias y Madagascar, pero también habitan otros lugares del mundo.